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La Sierra de Bernia domina Altea, Albir y Alfàs del Pí, dónde nos quedamos (Hotel Europa, un motel de carretera de al menos 40 años mínimamente reformado, pero que cumplió sus objetivos). Es un poco gracioso el contraste entre las masificadas y cutres instalaciones de Benidorm y las zonas como Alfàs y sobretodo la costa hasta Gandía (al volver pasamos por Gandía), dónde ya las cosas se asemejan más a un turismo de calidad. Callosa d’en Sarrià, con sus fuentes (4€, un pelín caro, pero bueno) y sus nísperos con denominación de origen. El Castillo de Guadalest: la rebelión morisca que aquí y en la Vall de Laguar hubo causó que Felipe II mandara construír un fuerte en la Sierra de Bernia insostenible en el tiempo y que acabó por ser desmantelado una vez expulsados todos los moriscos. En Calpe fue curioso descubrir que el peñón de Ifach sí que estuvo habitado desde tiempos atrás, y que fueron los ataques de los venecianos los que lograron convencer a los habitantes que era mejor retirarse hasta Calpe para vivir en paz (y eso que la ciudad de Calpe conserva sus murallas y todo, señal de que mucha paz tampoco tuvieron). Curiosa también la forma de hablar: «Molt es?» quiere decir «¿Cuánto és?» en su particular forma de hablar.
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