KM. 103: LAS TERMAS

Plinio describe las propiedades de un yeso extraído en algún punto de la Celtiberia entre Cartago Nova (Cartagena) y Complutum (Alcalá de Henares) que protegía del frío y permitía mirar a través de él. Así nació Segóbriga, como una colonia cristalera, a pies del río Cigüela, en el confín de la Tarraconense. El lapis specularis -yeso cristalizado- debió de ser algo así como la leyenda del oro. Trabajadores libres y esclavos de todo el imperio se dieron cita aquí para progresar. La urbe decae tras la conquista islámica, pero este azar la ha preservado del tiempo. Hoy es el conjunto arqueológico más importante de la meseta. Aquellos cristaleros romanos vivían en los alrededores. En Segóbriga se reunían para cerrar tratos, adorar a Diana, relajarse en las termas y asistir a los espectáculos del circo, un anfiteatro con capacidad para más de 5.000 personas. Contaban con agua corriente y alcantarillado, y entre la época de Augusto y la de Vespasiano levantaron un teatro para representar a los griegos