Taizé está al lado de Cluny, la cuna del románico europeo (siglo XI), por lo que su tradición religiosa queda atestiguada.
El 11 de septiembre de 909 Guillermo III de Aquitania concedía al monje Bernon un solar en la región de Maçon (Borgoña) para que edificara un monasterio. El hecho en si, equiparable a otros muchos coetáneos, ofrecía sin embargo la peculiaridad de que, desde un principio, Bernon y sus compañeros se acogían a la «inalienable propiedad de los Santos Pedro y Pablo», o lo que es lo mismo, a la directa protección de la sede de Roma. Esta directa ligazón -libertas romana-confirmada en 932 por Juan XI mediante un solemne privilegio, implicaba la independencia del monasterio respecto de cualquier poder laico o eclesiástico, lo que unido a la indudable valía de los primeros abades, iba a permitir a Cluny convertirse en el principal de los monasterios europeos hasta bien entrado el siglo XII.
Taizé es una comunidad CRISTIANA (que no católica o protestante). Su gracia está en que no está dentro de la corriente fundamentalista actual que rodea a la mayoría de religiones cristianas, y su mala suerte en que son minoría. El pasado año 2004 murió su líder, el hermano Roger, asesinado por una perturbada mental (ya es mala suerte).

Taizé se encuentra en Francia, en el sur de la Borgoña. Es allí donde el hermano Roger fundó en 1940 una comunidad ecuménica internacional. Los hermanos se comprometen para toda la vida en el compartir de los bienes materiales y espirituales, el célibato y a una gran simplicidad de vida. Hoy la comunidad reúne a un centenar de hermanos, católicos y de diversos orígenes evangélicos, de más de veinticinco nacionalidades.

En el corazón de la vida cotidiana en Taizé, hay tres momentos de oración común. Los hermanos viven de su trabajo. No aceptan ninguna donación, ni regalos para ellos mismos. Algunos de los hermanos viven en pequeñas fraternidades entre los más pobres.

Desde finales de los años 1950, miles de jóvenes comenzaron a venir a Taizé para participar en los encuentros de oración y reflexión, semana tras semana. Así mismo, algunos hermanos de Taizé realizan visitas y animan encuentros, pequeños y grandes, en África, América del Norte y del Sur, en Asia y en Europa, como parte de una «peregrinación de confianza a través de la tierra».